Juego de la Pelota en Mexico Antiguo Prehispanico
El juego de la pelota en México Antiguo Prehispanico podría ser considerado un deporte, un juego, un asunto religioso, comercial, de búsqueda de poder y más. En los Guachimontones tenemos los restos del Juego de pelota más grande e importante de su tiempo.
Un poco de su contexto
Entre todos los juegos y deportes el más popular y conocido es el “Sagrado juego de pelota”, el antiguo juego de los dioses, llamado Tlachtli en el altiplano central (Teotihuacanos, Toltecas Y Aztecas), Pokyab o Pok-ta-pok entre los Mayas y Taladazi en lengua Zapoteca, este juego constituye además, uno de los elementos más significativos en la estructural religiosa y social de las culturas prehispánicas
El juego de pelota fue llamado por los mayas “pok-ta-pok” o “pokolpok”, su práctica se remonta a unos 3.500 años en el pasado y fue conocido desde los olmecas, la cultura madre y quizá desde antes, y no fue hasta la llegada de los españoles que fue prohibido por el inquisidor Tomás de Torquemada, sin que por ello desapareciera del todo, ya que aún es practicado en México y en Guatemala.
Aunque en San Lorenzo en Veracruz se ha descubierto una cancha construida para la práctica de este ritual, las evidencias más importantes proceden de la producción artística de los portadores de la mencionada cultura madre.
Juego de la Pelota en México Antiguo Prehispánico
En el juego de pelota en México Antiguo prehispánico las canchas del juego eran construidas en forma de una “I” mayuscula con dos muros uniformes de 7 metros y medio de alto que formaban los lados. Se trataba de una campo de juego con un anillo de piedra situado en las paredes laterales. En la entrada o salida si el balón pasaba de las paredes laterales, se consideraba fuera de lugar. Las paredes estaban cubiertas de enjare, también el piso y los muros tenían dibujos de dioses. En la parte más alta se encontraban dos aros, uno en cada pared. El padre dominico Diego Durán quien vivió en la Nueva España entre los años 1545 al 1588 describió las canchas en esta manera: La altura de las paredes eran entre dos y tres metros y medio de alto,extendiéndose alrededor. Por las costumbres nativas, plantaban palmas y árboles que soltaban semilla roja, cual madera era suave y ligera, las paredes del rededor eran decoradas con murales o estatuas de piedra. La cancha se llenaba la arena cuando jugaban la elite gobernante.
Los mayas jugaban porque era una actuación de su historia de la creación del universo. En el Popol Vuh conocido como la Biblia Maya, los dioses gemelos bajan al infierno para jugar el juego de pelota contra los dioses del inframundo. Ellos bajan porque quieren recoger los huesos de la gente, para crear una nueva raza de humanos. Los gemelos ganan el partido y los dioses del inframundo les dan los huesos. Según la leyenda así es como los mayas fueron creados. El juego de pelota para los mayas era entonces el símbolo de vida, muerte y reencarnación.
En el México del siglo XV, si bien en centros mesoamericanos como Tula, El Tajín, o los de Yucatán han conocido una notable afición al tlachtli, o juego de pelota.
El tlachtli se juega en una cancha en forma de doble T, con dos equipos cuyos campos respectivos quedan delimitados por la línea medianera, y su objetivo es hacer pasar una pesada pelota de hule de un lado hacia el otro sin tocarla con las manos o pies hasta que a algún equipo se le cayera, si la pelota llegaba a pasar a través de unos anillos de piedra fijados a los muros laterales era señal de mal augurio y todo el pueblo necesitaría protegerse. Pese a ir protegidos con ropas ya descritas, reciben impactos que les causan hemorragias e incluso les provocan la muerte. Sin embargo todo parece indicar que el simbolismo cosmológico que originalmente tuvo este juego ha pasado a un segundo término entre los mexicanos, en relación con las apuestas que se generan a su alrededor.
Juego de la Pelota en México Antiguo Prehispánico
Plumas, oro o esclavos constituyen las más habituales, pero cabe recordar que, según se dice, el Tlatoani azteca Axayácatl llegó a apostar el mercado de México-Tenochtitlán en uno de estos lances. Al igual que otros materiales, el hule, era considerado de naturaleza sagrada, por lo que era empleado en el culto a los dioses. En los diferentes asentamientos arqueológicos ubicados en la región de mesoamérica, se han encontrado objetos de hule, junto con otras ofrendas a los dioses, como por ejemplo en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá. Nuestros ancestros obtenían el latex o hule, del árbol “Olcuáhuitl o Ulcáhutl”, que quiere decir “Árbol del Hule”. Este se encuentra en diferentes regiones de la hoy República Méxicana; y su nombre varía de cultura en cultura.
El hule adquirió pues, gran importancia religiosa, llegándose a usar en el lenguaje náhuatl, como sinónimos de “movimiento”, las palabras ollin y olli, que significan respectivamente, movimiento y hule. Así mismo, surgió una vinculación sagrada entre la savia del árbol y la sangre; ya que desde el punto de vista religioso tenían el mismo significado. Aun con ésta importancia, también se le utilizó con fines no religiosos, como la fabricación de las cabezas de los mazos para percutir los “teponaxtles”, como medicina, para enfermedades de los ojos, estómago e intestinos, para endurecer los escudos usados en la guerra. Sin embargo, su empleo culmina, con la fabricación de las pelotas, empleadas en el Juego Sagrado. Las más antiguas representaciones de jugadores que se conocen, son las figurillas de “El Opeño”, (Michoacán), fechadas hacia 1000 a.C. De igual forma, en el antiplano central, (Ticomán, Tlatilco y Cuicuilco), se ha recuperado figurillas de jugadores de pelota, que datan de los años 600 a.C. Tenemos que las gigantezcas, cabezas olmecas, fechadas alrededor de los años 1000 a.C., han sido interpretadas como cabezas decapitadas, asociadas al ritual juego de pelota. Dicha práctica se escenificaba en canchas, (Talxchtlis), con forma como ya se mencionó de doble T o también de I latina, cuyas medidas variaban según la zona geográfica en que se practicara, algunas ya señaladas.
Según varios historiadores, existían cuando menos 4 variantes de juego, una de ellas, en las canchas con marcadores o aros perforados, llamados Tlachtemalacatl, que además servía para dividir la cancha, y su máxima anotación consistía en introducir la bola por la perforación del anillo sostenido en las paredes. La segunda modalidad, sin Tlachtemalacatl, utilizándose como marcadores y divisores altares circulares o rodelas como la de chincultick en Chiapas. En la tercera variante, se utilizaba una pala o garrote para rebotar la pelota como en el occidente de México y la zona purepecha, en donde además, se llegaba utilizar una pelota cubierta de tela y fibra, que se encendía para realizar un juego nocturno. Una cuarta modalidad, es el juego con manoplas y guantes, conocido hoy en día como “Pelota Mixteca”, que se jugaba en el valle de Oaxaca.
Aunque sabemos que ya en los tiempos cercanos a la conquista española también se jugaba a la pelota con un carácter secular y se vinculaba directamente con el enfrentamiento de los elementos contrarios del universo, en especial con la eterna lucha de la luz y la oscuridad. Así, el espacio, cancha o patio donde se jugaba tenían una connotación semejante a los planos celestes, de tal manera que los jugadores se transformaban en seres luminosos u oscuros como el Sol, la Luna y las Estrellas. El argumento del juego consiste en que los integrantes del equipo luminoso golpearán la pelota con sus caderas o con sus antebrazos buscando efectuar jugadas que sean imposibles de responder por el equipo contrario, y con ello lograr el triunfo de la luz y el nacimiento del Sol, mientras que el otro equipo buscará el predominio de la oscuridad.
El juego de pelota, en su interminable sucesión, como un ceremonial de vida y muerte, constituía uno de los elementos más importantes en la trama que hombres y dioses habían entretejido. Durante la noche anterior al juego se rendía homenaje en los altares de los dioses, con la finalidad de ganar su favor y con esto obtener el poder mágico necesario para vencer en el tlachtli. La entrada de los jugadores al tlachco era acompañada por los rítmicos sonidos de los teponaxtli y los cascabeles, las flautas y sonajas. Las danzas y la música se mezclaban en este mágico ritual con el que se reverenciaba a los dioses para merecer sus favores y lograr la victoria.
Las canchas, en donde se celebraban juegos rituales, se ubicaban dentro de la periferia de los templos importantes. De hecho el juego de pelota se relaciona también con ritos de fertilidad, es un ceremonial iniciatico para el guerrero, es un medio para dirimir conflictos, esta relacionado con el universo, es un juego de honor, es una practica divina y siempre era jugado únicamente por hombres, entre los cuales los sacrificados eran tanto los jugadores que perdían como los que ganaban, algunas víctimas. Pensaban que el cosmos era mas antiguo que el sol, este despierta la vida con la creación del fuego y existe únicamente gracias al sacrificio. En la guerra celeste, el sol sobreviene gracias a que devora a las estrellas (400) después de vencerlos; el hombre es el representante terrestre del cosmos.
Es necesario aclarar que también el juego de pelota mantiene una dualidad bastante marcada y es que, además de su integración religiosa tenia un contexto muy mundano. En esta situación encontramos que, la devoción o fanatismo por uno o varios jugadores llegaba a su clímax, cuando de manera privada entre “señores poderosos” o bien con público general, se cruzaban apuestas, que indican una clara desacralización del juego, al darle un carácter recreativo y profano.